Las Cartas de Cyrano de Bergerac

Hércules Savinien de Cyrano, Caballero de Bergerac, quizás el más romántico de los héroes conocidos. Supe de su existencia cuando mi madre me regaló el libro; tenía 12 años de edad. Han pasado más de 40 años y sigue siendo mi personaje predilecto. En mi carrera como escribidor de cuentos, hacedor de personajes y soñador empedernido, decidí utilizar tal nombre en su honor, y he tratado de ser lo más fiel posible a sus pensamientos.

sábado, enero 28, 2006

CARTA II - En este momento...



Roxana

Para el momento en que los demás lean esta carta, estaré cruzando las fronteras para ir en tu busca. En este día he de hablarte de muchas cosas, o tal vez no te hable de nada. Es tan corto el tiempo el que tengo para besar tus palmas... En este día retozaremos como niños en esa, nuestra góndola, juntaremos nuestras almas en el verdadero aquelarre amoroso. Veré tu rostro y sentiré tu temblor. Te arroparé con mis besos y te vestiré con mi piel. Hoy serás mía, una vez más. Lo serás, más de lo que ya eres. ¿Sabes? Cuando me miras, como acostumbras a hacerlo, me derrito de pasión y no puedo pensar en otra cosa que no sea mi amada Roxana.
Cielo, se me agota la vida queriéndote tanto, la distancia se desvanece cuando pienso que estaré en tus brazos y que estarás en los míos. Que recibirás mi cuerpo y yo descansaré en el tuyo, que acoplaremos nuestros labios, nuestros cuerpos, nuestros sexos en esa lujuria desenfrenada que tiene sabor a miel con fresas...
En este día, en algún momento, nos sentaremos en cuclillas frente a frente, desnudos de ropas, ataviados de ese amor inexplicable que algunos no entienden ni entenderán jamás. Extenderás tus manos para atrapar las mías y besarás mis palmas y los surcos que descubren tiempos vividos. Me palparás con los ojos cerrados para luego, en la penumbra de tu cuarto, sentirme cuando el viento te toque.
En este día te diré "Roxana, yo os quiero, yo me ahogo, yo sediento estoy de tu hermosura... ¡Yo te amo! No puedo más; deliro, desfallezco, que me entero me robaste el albedrío... Tu nombre está en mi corazón, bien mío, como en un cascabel!... y me enajena, y como de continuo me estremezco, constantemente el cascabel se agita, constantemente el dulce nombre suena. Todo lo que fue tuyo, de algún modo lo recuerdo, mi bien, pues lo amé todo. Esto es amor... Este sentimiento, triste y reconcentrado, del amor más violento tiene todo el furor desesperado... Cielo, en este día, te amaré. Cuando algunos lean esta carta te estaré poseyendo. Eso lo sabes... y yo lo sé!!!

Hércules Savinien de Cyrano
caballero de Bergerac