CARTA XII - Mariposa lunar
Roxana
Aparto mi pluma del pergamino para contemplar la superficie de esta luna llena que hoy nos cubre, amada. Caminaba en la noche, rumbo a ninguna parte, cuando una libélula multicolor, con ribetes azules, muy azules, se posó coqueta sobre mi hombro, y al contemplarla, descubrí que se trataba de una mariposa lunar que venía a regalarme tu sonrisa, moviendo suavemente sus alas como sueles hacerlo cuando me llamas. Abriendo sus extremidades para cobijarme, como sueles hacerlo cuando me amas...
Cielo amado, debes saber que las mariposa lunares son extremadamente delicadas. Ellas son portadoras de besos furtivos, de exquisitos almíbares, llenas de ansias. El zumo de la sensualidad... cariño en pasta. Si la observas algún día con detenimiento, verás que tus mariposas lunares se parecen a quien amas, porque las mías tienen el color de tu piel... y tienen lunares marrones, como los que cubren tu espalda.
Lo que más me agrada de estas mariposas lunares es la alegría que exhiben. Todas ellas sonríen y sus ojos se iluminan como faroles, hacen morisquetas, mueven la nariz... diría que son media payasas, pero es que así se comportan porque son amadas.
La mariposa lunar que me visitó anoche estaba llena de esperanzas. Al fin, se durmió en mi hombro y por un rato veló también mis sueños, porque igual que yo, te esperaba. Un cigarrón sacudió nuestros cuerpos, el mío y el de la mariposa lunar que de inmediato extendió sus alas y se marchó, no sin antes guiñarme el ojo una vez más, sacar la lengua y lanzarme un beso de lejos para, finalmente, acercarse temerosa y musitarme al oído que debía volar a tejer quimeras en la góndola donde duermes, llevar mis pensamientos a nuestro lecho... contemplarte desnuda de besos por este día, allí... en nuestra cama.
Siempre suyo.
Hércules Savinien de Cyrano
Caballero de Bergerac
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